martes, 8 de junio de 2010

No sabes quién soy. O quién puedo ser. No tienes idea.

Soy lo que encuentras a tu espalda si te atreves a mirar.

Soy tu sopor, tu llanto, tu pesadilla. Tu existencia bebida a tragos largos, el deshonor tatuado en tu espalda, tus dedos, tu frente. Tu temor de los hombres o de dios.

El temblor desviado al lado izquierdo de tu sién que amenaza con estallarte si te alteras un poco por encima de la media.

Con esta galaxia en polvo diluída en aguarrás que es la vida que arrastras consigues un magnífico antídoto contra la rutina. Un pasaporte al quirófano. Luces deslumbrantes sobre tu cabeza. Crucifixión en una mesa inclinada hacia atrás. Estampida en las arterias. Colapso. temes que la sangre se te desordene.Calculas...Calculas...calculas. Escaques en el suelo.

El espejismo de la redención esculpido con una navaja en la retina de unos ojos que no te sabes pero tampoco tienen rostro.

Son sólo ojos.

Son sólo el espejo de tus miedos.

Y no querrías estar aquí de ningún modo. Pero es el modo en que estás lo que realmente te preocupa.


Isabel

2 comentarios:

genialsiempre dijo...

Buen texto, pese al tremendismo del que ya hemos hablado, pero en esta ocasión parece mejor narrado.

Pedro Estudillo dijo...

Uahuuu, me encanta tu visión del miedo... aterradora pero bella.